El imperio olvidado nº 2754 by Dan Abnett

El imperio olvidado nº 2754 by Dan Abnett

autor:Dan Abnett [Dan Abnett]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788445004197
editor: Minotauro
publicado: 2016-10-06T00:00:00+00:00


12

Hermanos

«Un Salamander es un ejemplo suficientemente convincente de que no todo lo que arde se consume, así como no lo hacen las almas en el infierno».

—«SAN» AGUSTÍN

El tetrarca Dolor salió de su ensimismamiento al irrumpir Guilliman en la sala medicae de la Residencia. El primarca aún llevaba puesta su armadura ceremonial y parecía demasiado corpulento y regio en los reducidos espacios de los niveles subterráneos.

—Mi señor —dijo Dolor—. Supongo que vuestro hermano ya ha llegado.

—Está arriba, esperando —le respondió Guilliman—. Hay mucho de lo que hablar.

—¿Cómo lo habéis encontrado?

El rostro solemne de Guilliman se permitió una ligera sonrisa ante la sutileza con la que había formulado la pregunta.

—Tal como es él, Valentus. Como el León. Es alguien desconfiado, y me temo que, en su interior, ya ha decidido oponerse al futuro que estamos intentando afianzar. Aún tengo que explicarme ante él y mostrarle mis intenciones. Él aún debe mostrarme que acepta, o que al menos comprende, lo que pretendo hacer.

Dolor asintió.

—Me está esperando —añadió Guilliman con aspereza—, y me he excusado para venir a verte porque me lo has pedido, y porque sé que no desperdiciarías mi tiempo o me distraerías a no ser que fuese una cuestión crítica.

Dolor asintió de nuevo con la cabeza, más bien como una reverencia de agradecimiento.

—Así es, mi señor —le confirmó—. Debéis ver esto. Creo que vais a quedar conmocionado. A decir verdad, no sabría determinar si es un motivo de alegría o de lamento. Es más, os habría ahorrado esta preocupación ahora que estáis ocupado con vuestro noble hermano, pero... tenéis que saberlo. Debéis estar en posesión de esta información antes de dar ningún paso más.

Guilliman escudriñó el rostro de su amigo, pero las microexpresiones en los rostros transhumanos resultaban extraordinariamente difíciles de interpretar.

—Entonces, muéstramelo de una vez —le ordenó Guilliman.

Dolor cedió el paso a su señor en la puerta que conducía a las áreas custodiadas de las salas de seguridad. Las barras de estado de las pantallas situadas en las paredes mostraban que el nivel de seguridad se mantenía en estado bermellón. La larga hilera de escotillas de iris se iba abriendo y cerrando tras ellos a su paso.

—Esto tiene que ver con el objeto que cayó del espacio, ¿no es así? —preguntó Guilliman mientras caminaban.

—Sí, mi señor.

—¿El cadáver transhumano?

Dolor no contestó de inmediato.

—¿Habéis establecido el origen?

—Sí, mi señor.

—¿Y la identidad?

—Sí, señor.

Guilliman se le quedó mirando fijamente.

—¿Algo más? —le preguntó.

—Algo más, en efecto, mi señor —respondió Dolor.

Llegaron hasta la lóbrega cámara interior en la que yacía el sarcófago de hierro. El capitán Casimir y Titus Prayto les esperaban. Hicieron un reverencia ante el primarca y bajaron los escalones una vez Dolor hubo cedido el paso a su señor hacia los laboratorios y el pabellón de aislamiento que se encontraba a continuación. El área estaba reservada para el material que suponía un peligro biológico y para el trabajo en aislamiento con virus. Era una larga hilera de celdas iluminadas con luz muy brillante, blancas y austeras, y cada una de ellas contaba con una pared de vidrio armado, sellada herméticamente, que daba al corredor común.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.